Infortunadamente muchas personas que han sido abusadas en su infancia o adolescencia, no fueron capaces de hablar o hablaron pero no recibieron la atención debida, en el momento en que ocurrió el abuso.

Algo que es importante reconocer, es que existe diferentes formas de abuso sexual sin que haya penetración, pero que puede dejar igualmente huellas dolorosas para los menores de edad, estas otras formas comprenden: ser obligado a mirar o a tocar el cuerpo del agresor o ver pornografía, ser observado mientras se está desnudo, ser manoseado, presenciar prácticas sexuales, que le sean dichas palabras y frases de seducción o propuestas explícitas sexuales, es decir, toda conducta que haga sentir al menor sometido y maltratado, el abusador puede buscar con ellas placer sexual o sentir que tiene control y poder.

Ahora los chicos están más informados acerca de qué hacer en caso de abuso que hace 20 o 30 años, por eso al ver las cifras de denuncias realizadas se podría pensar que está aumentando dicho delito, o también podría pensarse que antes no había tantas denuncias por desinformación, temor, vergüenza, culpa, estar bajo amenazas o porque muchas veces a las víctimas se les dijo que guardaran silencio.

Estas razones son solamente las que yo he conocido en consulta, y son lo que me ha movido a escribir hoy; porque he recibido consultantes, ya mayores de edad, que tuvieron alguna de estas razones para cargar en silencio con su dolorosa experiencia y que años después del abuso han empezado a vivir situaciones que los llevan a buscar ayuda psicológica.

Las secuelas de estos abusos sexuales en menores se manifiestan en los adultos como dificultades para tener una vida sexual satisfactoria, en las relaciones de pareja, reacciones desmedidas o sin motivo de enojo, baja autoestima, conductas autodestructivas o autolesivas, ideación suicida o depresión.

Si no se recibió ayuda psicológica en la época del abuso, aún hay mucho por hacer; poder hablar con alguien, expresar todo lo que se sintió y se ha sentido durante todos los años que se ha callado, descargarse emocionalmente son maneras de empezar a cerrar ese asunto del pasado. Además, se puede trabajar la culpa, la vergüenza, el enojo y el amor propio, entre muchos otros aspectos que se pueden haber visto afectados.

Carolina Vélez Hernández

Psicóloga U.S.B.

Terapeuta Gestáltica

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