El enojo es una emoción que está mal vista, especialmente en las mujeres. Muchas mujeres escucharon en su infancia frases como: “enojada no te ves bonita”, “como te ves de fea haciendo pataleta”, “te ves más linda cuando sonríes” y así nos fueron enseñando que estaba mal enojarse, con lo que fuimos suprimiendo una emoción que es funcional. Enojarme me permite poner límites, demostrar que algo me molesta, que no me gusta y que cuando lo haces me enojo, para hacerte sabe que no me lo debes volver a hacer porque si no tendré que ponerte un límite más contundente.

Muchas mujeres lloramos porque es más aceptado nuestro llanto que nuestro enojo. Lo malo es que cuando expresamos el enojo acompañado de llanto, el otro nos mira con lastima, no con miedo o se burla de nuestra debilidad. En las discusiones entre un hombre y una mujer, pasa frecuentemente que la mujer llora cuando está enojada y el hombre se confunde, se frustra o se enoja, con lo que se desvía el sentido de la discusión en la que ella estaba expresando su enojo.

Cuando estás triste o te duele, lloras, cuando estás enojada subes la voz, tú mirada es fuerte, frunces el ceño, así como el animal que muestra los dientes para que te asustes y le dejes en paz.

Llorar está bien, nos ayuda a desahogarnos, pero si quieres poner límites claros, la próxima vez que te enojes intenta ser consciente de que el otro debe ver tu cara de enojo, conecta con la fuerza que tiene la ira, permítete sentirla plenamente, recuérdate que tienes derecho a enojarte y si salen lágrimas, pregúntate: ¿Qué te duele? y ¿Qué te da tristeza?

Es válido enojarse y después pasar a otra emoción, en ese caso será necesario que expreses: “estoy enojada por esto y también me duele esto y/o me entristece lo otro”. Con lo que le das el lugar y la importancia a cada una de tus emociones, puesto que todas son necesarias e igual de importantes.

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